El mayor error que comete el ser humano a la hora de educar a su perro es arrepentirse.
Digo esto porque muchas ocasiones, cuando corregimos alguna conducta que no nos gusta de nuestro perro, inmediatamente después, tenemos la necesidad de:
abrazarlo
acariciarlo
hablar con él
darle una chuche
ese arrepentimiento que tiene todo ser humano o casi todo.
Eso produce una contradicción en nuestro perro, que no sabe si lo que le está diciendo es que lo ha hecho mal o que lo ha hecho bien.
Lo más acertado es corregir lo menos posible y aprobar aquello que más nos gusta de nuestro perro.
Pero esto no pasa en todas las ocasiones y no todos somos capaces de distinguir, cuándo debemos aprobar a nuestro perro, qué es lo que queremos de nuestro perro, que se supone que está bien que haga nuestro perro.
Ante este tipo de dudas hay una cosa muy clara si corrigen los premies, no digas que está bien después de haber hecho esa pequeña corrección, porque lo único que consigues es no dejar claro lo que le pides y lo que quieres de tu perro.
Pero no vale que corrijas una vez esa conducta, o la corriges siempre, o apruebas siempre la conducta que te gusta.
Pongo un ejemplo de lo que he dicho en la frase anterior:
Salgo con mi perro por la mañana y como son cinco minutos los que lo voy a pasear antes de ir al trabajo, le permito que tire la correa, cuando llego del trabajo, que tengo más tiempo, voy a pasear los 20 minutos, en esa situación, ya no quiero que tire de la correa y empiezo a corregir.
¿Piensas que el perro entiende esta situación?
¿Qué es capaz de distinguir que por la mañana le vas a permitir tirar y que por la tarde ya no quieres que tire de la correa?
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