Ayer me enamoré.
Y ayer me rompieron el corazón.
Vi un cachorro de beagle con su humano por la calle, que caminaba delante de mí, a unos quince metros.
Llevaba un arnés rosa y se conecta a su dueño a través de una correa flexi o extensible.
No aconsejo este tipo de correa para pasear, especialmente para cachorros que luego serán adultos de 15 Kg o más.
Bueno el caso es que él cachorro estaba tan feliz, que quería saludar a todo, lo que encontraba a su paso.
Quería olisquear y disfrutar del césped.
Pero su humano tenía el poder a través de esa correa.
Vamos al grano para no distraernos de lo importante.
1.- Una correa flexi siempre va tensa.
2.-El cachorro tiene que hacer fuerza para poder alejarse.
A eso le añadimos lo mal que lo hacía el guía con la correa:
Cuando el perro se alejaba, siempre pasaba lo mismo:
1.-Bloqueaba la correa.
2.- Tiraba.
3.- Recogía la correa.
4.- Una vez que lo tenía cerca, lo levantaba en peso para acercarlo más.
Este proceso lo repitió hasta tres veces y en la cuarta:
¡¡Sorpresa!!
El cachorro ya había aprendido como hacer que el humano dejara de repetir esto una y otra vez.
Porque haciendo esto, lo que consigues es que tú perro tire de la correa.
La historia es más larga, por eso te la cuento en mi episodio de podcast de hoy.
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